martes, 4 de octubre de 2016

La despedida más triste del Gatu


Hoy se cumplen dieciocho años exactamente desde que tuvimos el privilegio de ver volar al Gatu por última vez. Se cumplen dieciocho años desde que el mejor portero de nuestra historia dejó los terrenos de juego. No colgó los guantes oficialmente hasta final de temporada pero todos supimos al verle abndonar el césped de El Molinón, que aquel 4 de octubre de 1998 estábamos viéndolo defender la portería del Piles por última vez.

Juan Carlos, que por entonces ya contaba con 35 primaveras, se pasó la temporada anterior entre el campo y el banquillo, viendo como intentaron arreglar el desaguisado del irreversible descenso a Segunda con un tal Leković que apenas duró 5 partidos.

Ablanedo, que desde hacía ya unos años sin su hermano en el equipo era simplemente Ablanedo a secas, no había empezado jugando la temporada 98/99 en detrimento de Sergio Sánchez, el que muchos presumían como su sucesor. Era toda una experiencia para el guardameta mierense pues desconocía lo que era jugar en Segunda División. A sus espaldas llevaba más de 400 partidos oficiales entre Liga, Copa y competiciones europeas, pero el Gatu se resistió a dejar al equipo de sus amores, del que era capitán desde hacía casi una década, en el infierno de Segunda sin echar una mano, en el campo o desde el banquillo.

Antonio López había confiado en él para disputar el partido de ida de Copa del Rey ante el Ourense y sorprendió a todos cuando tres días después apartó a Sergio Sánchez de la titularidad y se la dio a Ablanedo. El mierense no pudo debutar peor en Segunda y el Sporting cayó derrotado en Mallorca ante el filial del conjunto bermellón donde jugaban, entre otros, Diego Tristán, Albert Luque (autor de dos tantos) y un tal Rafel Sastre.

A pesar de la derrota en la isla, Ablanedo se mantuvo en la portería la semana siguiente ante otro filial, el Atlético de Madrid B. Volvía el Gatu a El Molinón y no pudo tener peor suerte cuando a los 3 minutos de juego, una falta desde 35 metros es excepcionalmente botada por Tevenet subiendo el cero a uno al marcador.

Lejos estaba Ablanedo de imaginarse que ese sería el último gol que encajaría como profesional. Apenas habían pasado 20 minutos y en uno de los innumerables vuelos a los que tenía acostumbrados al respetable gijonés, Juan Carlos cayó sobre la línea de cal apoyándose en la cadera. El dolor producido por la caída, que acabaría en una complicada lesión, le llevó a pedir el cambio. El Gatu salió por su propio pie del césped cariacontecido, con más dolor anímico que físico, con las lágrimas a punto de brotar al que otrora había sido tres veces Zamora y mundialista por partida doble.

Como anécdota, aquel partido terminó con un 0-3 bochornoso que acabó con la dimisión del presidente y vicepresidente del club.

Dieciocho años después de aquella cruel despedida, para los que nunca hayan visto jugar a Ablanedo, sepan que nunca apenas 1,70 de altura había volado tan alto en El Molinón.



También te puede interesar:

No hay comentarios:

Publicar un comentario